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Fuente: WEF

Pocas veces la Comunidad Internacional se ha reunido para darle forma al mundo como lo hizo al final de la Segunda Guerra Mundial. Hoy vuelve a ser necesario redefinir el curso y pensar en un futuro compartido. La insatisfacción y la frustración crece entre las personas debido a la lenta recuperación después de la última crisis económica global, a la pérdida de confianza en los Estados, los políticos y hasta el mismo sistema económico dominado por la globalización. A tal punto que el populismo se ha vuelto atractivo en varias partes del mundo como una alternativa a “lo mismo de siempre” y una “bofetada” al estatus quo.

Los votantes demandan al Estado vuelva a tomar el control y se independice de poderes globales, pero ¿Cómo se recupera la soberanía en un tiempo que demanda más cooperación que nunca en la historia? En vez de adoptar medidas proteccionistas, políticas nacionalistas y cerrar las economías. Deberíamos buscar la creación de un propósito común y un punto de convergencia que le permita a los ciudadanos y a sus líderes entenderse y articularse de forma tal que, como menciona el Profesor Klaus Schwab fundador del Foro Económico Mundial, nos sintamos tan seguros a nivel local, como para permanecer abiertos a nivel global. De no lograrlo podríamos llegar al punto de tener que redefinir el concepto de Estados, democracia y de nuestros propios sistemas sociales, algo que para muchos ya es cuestión de tiempo.

Lo anterior, sumado a los retos que propone la Cuarta Revolución Industrial, hacen que se esté gestando una nueva etapa de globalización en el mundo, caracterizada por la interconexión y el pensamiento sistémico. ¿Podrá ésta nueva globalización ser capaz de mejorar la calidad de vida de las personas? Esto depende de que la regulación, tanto a nivel corporativo, local e internacional logre adaptarse a estos cambios a tiempo.

Y es que actualmente vivimos en un mundo donde la economía se rige por la innovación. Esta innovación crea la posibilidad de un nuevo ambiente de cooperación público-privada en donde el objetivo es que el sector público ayude al sector privado a desarrollar su potencial y generar sostenibilidad económica, social y ambiental, en otras palabras, que ambos sectores trabajen juntos para mejorar la calidad de vida de las personas. Pero la realidad que estamos viendo es que esta economía influenciada por la innovación, está generando modelos de negocio que perpetúan la inequidad, modelos de negocio donde la propiedad intelectual y la propiedad de las cosas no son del consumidor final sino, de grandes conglomerados. Es necesario cerrar esta brecha y para ello se necesitan nuevas leyes que se ajusten a los nuevos estándares, a los comportamientos de los ciudadanos y a las tecnologías que usamos a diario, es necesario que se recupere la confianza en el sector público antes de que la disrupción lo golpee como ha golpeado a incontables empresas e industrias.

Se requiere hacer gestión del cambio y no es sólo a nivel empresarial — las empresas hacen gestión del cambio para mitigar riesgos y evitar convertirse en organizaciones poco rentables, poco relevantes o extintas. Lo mismo debe hacerse con nuestros sistemas empezando por el educativo e incluyendo sistemas de salud, transporte y demás.

Esta es la globalización 4.0, una transformación profunda no sólo desde el comercio, sino desde los sistemas que usamos para interactuar con los demás y con nuestro planeta. ¿Están list@s para lo que se viene?

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