Dice el refrán, que quien no arriesga una gallina, no gana un huevo. Si hablamos de emprendimiento, podríamos decir que quien no arriesga una idea, no gana un proyecto. Así es el escenario cuando creamos empresa. Un espacio lleno de retos y obstáculos, que nos invitan a tomar el riesgo como una oportunidad de éxito.
De esta manera, el camino de emprender conlleva un ingrediente importante, el cual hace de la experiencia algo retador. Y es el fracaso. Entendido como el momento donde no salen las cosas como queremos, cuando tenemos retos que se presentan para llegar a la meta, cuando perdemos plata, cuando una idea de negocio se cae, cuando perdemos socios, personal, recursos, etc.
Hoy conoceremos tres historias de fracaso que permitieron a estos emprendedores ser resilientes y sacar sus empresas adelante:
Nació en Cali (Colombia), pero estudió economía en la Universidad de los Andes en Bogotá. Mientras estaba en la Universidad, creó tres empresas: Tim Marín (una idea parecida a Rappi), una agencia de modelos online y una web para madres primerizas. Sin embargo, ninguna de estas tres empresas despegó. Cuando comenzó a entender la importancia del lenguaje de programación y el auge de los sitios web, aprendió a programar en las noches para comenzar a abrirse espacio en este mercado. Con 182 USD fundó Imaginamos; un estudio de software y diseño de páginas web. Pero tampoco surgió este negocio. En 2013, nació Grability, un sistema de software para supermercados y empezó a trabajar con supermercados de alta cadena como Walmart, El Corte Inglés, Reliance. Tras la lentitud de las decisiones y las barreras logísticas, creó un piloto para entregar productos en menos de 60 minutos. Ese mismo año – en agosto de 2015 – lanzó Rappi.
Un año más tarde la app alcanzó más de 200mil órdenes y abrieron servicios en México. En el 2016 entraron a YCombinator y recibieron una inversión de 120mil dólares. En el 2018 recibió la categoría como el primer unicornio colombiano logrando una valoración de 1,000 millones de dólares. Actualmente la compañía planea su salida a la bolsa de Nasdaq y es una de las apps con más despliegue operacional en Latinoamérica.
Esta emprendedora nació en la ciudad de Bogotá. En el año 2004 viajó a Estados Unidos y estudió Cine y Televisión en el City College de Nueva York. Para mantenerse, trabajó en algunos trabajos no calificados mientras aprendía inglés, hasta que la contrataron como recepcionista en una estación de radio en Miami. Allí se enamoró de las voces en off y empezó a aprender sobre el comercio y el proceso; ofreció su tiempo como voluntaria para aprender cualquier cosa de este campo. Rápidamente, se encontró detrás del micrófono y eventualmente comenzó a trabajar como artista de voz independiente, pero esta incursión en el mundo independiente le hizo darse cuenta de la ineficiencia en la industria. En ese momento conoció a Alexander Torrenegra, un emprendedor apasionado por la tecnología. La combinación de su amor por la tecnología y su pasión por la industria de la voz en off les ayudó a darse cuenta de la posibilidad de revolucionar la industria. Después de casarse, combinaron sus pasiones para crear Voice123, el primer mercado de este tipo, que permitió a compañías como Disney, Pandora, Pixar, Spotify, History Channel, Warner Brothers y muchas otras encontrar artistas de doblaje sin el uso de agentes. Las lecciones más importantes que tuvieron como empresarios provienen de sus fracasos: Language123, Casting123, Letmego y Localo. Para aumentar la eficiencia de la industria de la voz en off, fundaron VoiceBunny, ahora Bunny Studio, un servicio de cumplimiento de alta calidad, velocidad y bajo demanda para proyectos creativos. Actualmente Tania dirige otro proyecto llamado Akily, una app que brinda actividades de desarrollo para padres, niñeras y guarderías en el hogar para hacer con sus hijos.
Antes de fundar FitPal, Julián entendió que lanzarse al vacío podía ser un riesgo de alto valor. Sus ganas de emprender hace algunos años lo llevaron a visitar Korea, donde conoció una empresa que fabricaba unos sanitarios, cuyo funcionamiento – según él – iba a revolucionar el mercado colombiano. Sin escuchar las recomendaciones de amigos y familiares encargó un contenedor lleno de ellos para venderlos. Al recibirlos se dio cuenta que las especificaciones del producto no eran compatibles con los baños de los hogares estándar en Colombia; y así fue como perdió $100,000,000 en productos que actualmente están olvidados en una bodega. Pero éste no fue el único error del cual aprendió como emprendedor. Cuando Fitpal fue lanzado al mercado, pensó que debía abarcar rápidamente muchos gimnasios en muchas zonas de la ciudad. Por fortuna se dio cuenta que abrir en varios puntos distantes no generaría una propuesta de valor clara para sus clientes; entonces comenzó a apuntar solo a ciudades principales. La idea de negocio surgió en noviembre de 2015 cuando trabajaba como analista de nuevos proyectos en inQlab, una de las incubadoras digitales más importantes de Colombia. Decidió renunciar y convenció a sus anteriores jefes que le dieran el apoyo financiero para empezar y así se convertirían en socios. Diseñó la plataforma en un papel y comenzó a trabajar en ella hasta que el 7 de marzo de 2016 la lanzó al mercado con 15 gimnasios inscritos y 20 clientes. Actualmente FitPal cuenta con 568 gimnasios en el país y según cifras de la Health, Raquet & Sportclub Associaton (Ihrsa), en Colombia hay cerca de 1.720 gimnasios, por lo que Fitpal tiene cerca de 30% de la oferta total a nivel nacional.
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